EMOCIONES EN LA GANANCIA O PERDIDA DE PESO

¿Y sí las emociones influyeran en el peso más de lo que pensamos?

Esta es la pregunta que hace tiempo ronda mi cabeza y a la que intento darle solución. Estamos en una época donde la información y el acceso a ella es fácil. Desde muchos medios nos informan sobre recomendaciones nutricionales, estudios, alimentos saludables y no saludables. Sabemos de la relación entre la mala alimentación y las enfermedades como diabetes y colesterol. Tenemos a nuestra disposición numerosos alimentos para hacer que nuestra alimentación sea variada y nutritiva. Sin embargo, los indices de obesidad siguen creciendo a ritmos alarmantes, entonces, ¿qué esta pasando?

Para responder a esta pregunta, hay que mirar más allá de la alimentación. Es cierto, que el factor que más influye en el sobrepeso o la obesidad, es el balance entre ingesta y gasto, es decir, se come más de lo que necesita o se gasta menos de lo que se ingiere. Aquí es cuando cobraría sentido la frase "Menos comida y Más Zapato". Pero esta frase: ¿le sirve a todo el mundo? ¿es la solución a todos los problemas de sobrepeso que existen en la sociedad? Esta claro que no. Al final el sobrepeso es un cúmulo de factores y hay que tenerlos en cuenta si queremos perder peso con éxito. Con éxito, nos referimos a una perdida de peso que se mantenga a lo largo de varios años ( más de 2 años).

Uno de esos factores, son las emociones. Nuestro estado emocional va a influir en el peso. Tanto en la ganancia como en la perdida. ¿Cómo? Ahora lo vas a ver.

Desde que somos pequeños, somos educados y bombardeados con mensajes donde la comida se asocia a un estado emocional. El típico chantaje de "si te lo comes todo te compro algo que te guste" o "Si te lo comes todo, te doy un dulce". O simplemente cuando la comida se usa como premio, ya adoptamos la creencia de que la comida te aporta algo más que nutrientes y la vamos a usar como premio el resto de nuestra vida. Cuando tengas un día duro, un problema o simplemente quieras darte un premio, lo vas a hacer comiendo. 

Encima, si por si esto fuera poco, tenemos la publicidad, la que nos invita a comer siguiendo eslóganes que van a mover tu conciencia. Hay productos que alimentan sonrisas, otros te dan placer, otros te hacen sentir libre, feliz, fuerte... La publicidad nos manipula, nos hace creer que consumiendo un producto nos vamos a sentir de una manera o de otra. Esto forma parte del llamado ambiente obesogénico, porque normalmente los productos frescos, como frutas y verduras, las legumbres o el pescado o carne fresca no es el objeto de esta publicidad. Son los productos industrializados, azucarados o ricos en grasas los que vienen colmados de sentimientos.

Por eso, cuando hablamos de reducir o eliminar estos alimentos, aparece en nuestra mente la palabra sacrificio, difícil o triste. Porque no solo eliminamos el alimento, también ese estado emocional que va ligado a este alimento, ese estado que te han hecho creer y que si quitas el alimento, lo vas a perder.

Y la diabetes,  triglicéridos, osteoporosis...
Si piensas que esto es una tontería o que estoy exagerando, te reto a una prueba: durante un día, mira los anuncios desde un punto de vista crítico, o cuando vayas al supermercado, fíjate en los envoltorios, etiquetas y reflexiona si realmente te venden un alimento o un estado emocional. 

Así que para empezar a cambiar tus hábitos alimentarios, es fundamental, empezar a ver los alimentos como nutrientes que aportamos a nuestro cuerpo para que este sano. Hay que separar los sentimientos y las sensaciones que quieres conseguir en ellos. Un dulce no te alegra la vida, el embutido no te va a facilitar el problema y las verduras no son tristes.

Y si un día quieres comer un pastel, hazlo. Si un día te apetece un bocadillo de chorizo, hazlo. Pero hazlo porque te apetece, no porque te sientas mal, triste, aburrida/o o desganada/o. Y lo más importante, cuando lo hagas no le des vueltas. Lo has hecho porque querías y no hay nada más. Sigue con tu rutina diaria.

Como puedes ver, cuando hablamos de hábitos saludables, no solo es comer mas vegetales y menos dulces, también es necesario llevar a cabo una educación alimentaria a todos los niveles. Por eso, a día de hoy los tratamientos nutricionales tienen en cuenta la parte emocional del paciente, porque realmente influye en las decisiones que tomamos en nuestra alimentación. 



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