MI EXPERIENCIA EN UN RESTAURANTE CON ESTRELLA MICHELIN

Como ya estáis acostumbrados, cuando salgo de viaje, intento descubrir cosas nuevas, bien eligiendo restaurantes vegetarianos, ferias dedicadas a algún alimento, museos y exposiciones sobre nutrición.
En esta ocasión, tuve la oportunidad de cenar en un restaurante con una estrella michelín. llamado El Doncel  y se encuentra en la ciudad de Sigüenza (Guadalajara) y fue una experiencia satisfactoria. Eramos dos personas y optamos por consumir varios platos sueltos. Nuestra cena consistió en un aperitivo, 4 tapas o como llama el restaurante: "Caprichos de un bocado", dos platos principales y dos postres.

Perdigacho El Doncel
Como caprichos de un bocado, elegimos el Ceviche de navaja y gambas y el Perdigacho, plato típico de Sigüenza, el cual consiste en una tostada de pan con anchoas y tomate. No solo es el sabor, si no, la mezcla de sensaciones. Del ceviche destaco su frescura, además como venía en un bol lleno de hielo picado aumentaba esa sensación. Entre los ingredientes llevaba salicornia, un alga que le daba un toque marino. Tenía matices cítricos y ácidos. Lo dicho, una delicia. Del Perdigacho, decir que no es el mismo pincho que sirven en otras terapias y bares de la zona, ya que lo preparan con técnicas de cocción modernas. Por ejemplo, la tostada de pan es sustituida por una galleta ligera y crujiente.









Hojas de Sisho
Luego continuamos con la cena y pedimos un tartar de atún, mango y sisho verde. Tierno, bueno, el aliño estaba equilibrado. Además, es un plato que se terminaba de servir en la mesa. Sin más palabras, exquisito. Por cierto, el sisho verde es como se conoce como perilla verde. Se usa en la cocina japonesa. tiene un sabor picante y/o cítrico, a veces recuerda a la menta, la albahaca o el anís. A mi me recordó a la menta y combinaba genial con el tartar de atún. El último plato antes de los postres fueron unos raviolis rellenos de carrillera ibérica, acompañados con su guiso y una crema de apio. Quizás el que menos me dijo de todos los platos, aún así buenísimo.

Como postre nos decantamos por un Coulant de chocolate a la menta y un postre llamado Contrastes de la Alcarria, a base de helados de tomillo, lavanda y romero con fruta y regado con una infusión de te. El coulant estaba hecho perfectamente y un sabor delicioso. Y del helado que decir, me quede sin palabras, una explosión de sabores en la boca, el helado de lavando me sorprendió gratamente, intenso pero agradable, y la mezcla increible.

En resumen, la conclusión que saco de este restaurante con estrella michelín, es que no solo es la comida, si no la experiencia que se vive, el entorno, los platos donde se sirven, los sabores, olores...En definitiva hay que vivirla. Espero que vosotros también tengais una experiencia como esta.

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